|
Guillermo Cides eligi— el camino dif’cil. Y
lo hizo el d’a que decidi— colgarse sobre el pecho, en diagonal, un instrumento
distinto, tan dif’cil de tocar como de definir. Porque Cides es, desde hace
ocho a–os, stickista. Algo as’ como un precursor del instrumento inventado
hace tres dŽcadas por Emmet Chapman, un luthier de California. "EmpecŽ por
casualidad. ComprŽ uno de los dos o tres sticks que hab’a en ese entonces
en el pa’s y cuando lo hice no lo sab’a tocar. Aprend’ sin profesores. Por
suerte estaba afinado porque reciŽn me enterŽ que se afinaba un a–o y medio
despuŽs", cuenta Cides.
El esfuerzo, sin embargo, est‡ rindiŽndole
algunos rŽditos. Por ejemplo, el reconocimiento que recibe de mœsicos del
tama–o de Peter Hammill ("Es un gran mœsico. Su mœsica forma parte de mi
colecci—n"); de Trey Gunn, stickista de King Crimson y del quinteto de cuerdas
de Robert Fripp ("Es el mejor stickista que vi en mi vida"); de Tony Levin,
bajista de Peter Gabriel ("Es uno de los mejores del mundo"); del mism’simo
Emmet Chapman ("Hizo realidad lo que imaginaba cuando dise–Ž el stick").
Cides tiene argumentos para justificar semejantes afirmaciones. Ah’ est‡n sus discos: El mundo interior de los planetas (1994) y Primitivo
(1998). Ah’ est‡ la gira para el 2000 que har‡ junto a Roger Hodgson (m‡s
de 80 conciertos en los que abrir‡ los shows con un set solista de 30 minutos).
Ah’ est‡, por fin, el concierto que dio el viernes 12 de marzo en La Trastienda.
"No hago conciertos pretenciosos. Prefiero que el pœblico se conmueva a que
sospeche que soy un virtuoso", asegura.
Su repertorio es amplio: desde
Bach, pasando por Piazzolla, hasta temas de mœsica electr—nica y otros de
corte jazz’stico. Es que el stick le permite a Cides un campo m‡s que amplio.
"Chapman uni— en un instrumento cuatro distintos: el stick tiene la l—gica
del bajo, la l—gica de la guitarra, la del piano, por tener 5 octavas y un
cuarto, un rango muy amplio que permite tocarlo como si fuera un teclado,
y el esp’ritu de la percusi—n, porque las cuerdas deben golpearse", dice
fanatizado.
Actualmente, Cides vive en Espa–a. Pero antes de irse, fund— un centro de
stickistas que ya tiene unos 40 alumnos y grab— sus dos discos. "Tuve la
repercusi—n l—gica en un pa’s acostumbrado a los productos masivos. Pero
no quer’a irme sin demostrarme que pod’a hacerlo. Ahora en Europa empecŽ
desde cero y me di cuenta de que el pœblico argentino es uno de los que m‡s
saben sobre el stick." La masividad del stick, para Cides, se debe se–alar
por el modo en que se sigue fabricando. "Chapman continœa haciendo los instrumentos
en su casa, uno por uno, en forma artesanal. Desde ese punto de vista, se
ha vuelto muy masivo", confirma Cides, que ya dif’cilmente vuelva a sus tiempos
de bajista o guitarrista de una banda de rock. Y metido en el proyecto de
llevar su devoci—n por Bach a un disco, lo confirma con sus palabras: "Cuando
vi que el stick era un lenguaje supe que pod’a convertirme en algo m‡s que
un ejecutante, que pod’a ser un artista. Por eso no quiero ser el m‡s r‡pido;
yo trato de hacer mœsica".
 |
 |
© Copyright 1996-99 Clar’n Digital. All rights reserved
Ê
|
|