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ARTES
Y ESPECTACULOS

Córdoba, República Argentina, lunes 10 de
abril de 2000.
Guillermo Cides, el talento y su intención primitiva
"La música es un arte primitivo. Es un acto silencioso
y precioso, nos
recuerda de dónde venimos, quiénes somos y por qué". Así define el
propósito del mundo de los sonidos el instrumentista argentino Guillermo
Cides, que hace más de cinco años tomó contacto casi fortuito con el
stick, el instrumento de 10 cuerdas con rangos de bajo y guitarra que
se percute como un piano (tapping), creado por el músico californiano
Emmet Chapman en el '77. La revelación está escrita en el sobre interno
de su segundo disco solista, llamado Primitivo y editado recientemente
por el sello Mundo Records.
Y se aferra a esta caracterización por más que su expresión esté condicionada
a lo producido por su instrumento y carezca de textos que revelen cualquier
pretensión significativa (uno de sus nuevos temas se llama El mundo
habla demasiado). Es decir que, para Cides, en el stick está absolutamente
todo. De la plenitud y el éxtasis interpretativo al mero disfrute auditivo,
el músico entiende que su elemento vital puede hacer pulular energía
en todos los sentidos posibles. E, incluso, abandonar el mote de "rareza"
en el marco de la oferta musical de las grandes megalópolis, en las
que este cordobés desarrolla una eficaz política de difusión (Barcelona,
Madrid, Londres, Edimburgo).
Pero más allá de las potencialidades sensitivas del stick y de la exploración
sonora que de él hace Cides, en este nuevo disco se descubre un elaborado
trabajo de adecuación, a la lógica de ejecución, de músicas que emocionaron
al artista en el pasado. Se trata de una traslación que puede ser casi
un acto reflejo en el caso de un virtuoso (éste lo es).
Sin embargo, Guillermo se encarga de otorgarle una cálida dimensión
pensando en quien escucha. Así, nos encontramos en el sucesor de El
mundo interior de los planetas, su disco debut, a un Cides que excede
largamente el facilismo de la ostentación tímbrica de un instrumento
aún novedoso poniéndose al servicio de J.S. Bach (Passacaglia) o de
anónimos de la tradición tehuelche (Canto de guerra tehuelche). También
encontramos a un stickista que juega con progresiones rítmicas que no
desagradarían a un oído acostumbrado a la música pop, por caso las contempladas
en los temas Ritual, que tiene dos movimientos (Quien pide y Quien otorga),
y El regreso de Picofanta, ambos de su autoría.
Como referencia a nuestra geografía, sobre el final de Primitivo se
ubica la canción Las aguas claras. Según explica el músico, se trata
de un homenaje a la comunidad homónima establecida en los alrededores
de La Cumbre, cuya organización está a cargo de un ex stickista que
supo tocar en Metrópoli y Las Pelotas: Marcelo Fink. En lo estrictamente
musical, es una toma en vivo de un ensamble de seis stickistas que interactúan
en plena sintonía emocional. Una delicia.
German Arrascaeta
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